El cine argentino se luce en el Malba con “El hombre robado”

Es una de las comedias que integra el ciclo llevado a cabo en el Museo. En esta película de Matías Piñeyro, los enredos y aventuras sentimentales de una joven avanzan a la luz de la literatura de Domingo Faustino Sarmiento.
"El hombre robado", una comedia de Matías Piñeyro donde los enredos y aventuras sentimentales de una joven avanzan a la luz de la literatura de Domingo Faustino Sarmiento, es uno de los filmes que integran un vasto e interesante ciclo de cine argentino que se desarrolla en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).

La muestra, que lleva el título "Cine argentino nuevo" y se realiza en el microcine del Malba (avenida Figueroa Alcorta 3415), incluye más de una veintena de títulos nacionales, entre los que figuran "El desierto negro", "Argentina latente", "El otro", "El asaltante", "M" y "Las mantenidas sin sueños".

En una entrevista con Télam, Piñeyro -que además es uno de los once directores de "A propósito de Buenos Aires", que también es parte del ciclo- explicó que su opera prima en solitario narra las peripecias de Mercedes, que trabaja en un museo y "es un personaje medio maquiavélico, simpático, pero con una moralidad flexible".

Protagonizada por las debutantes María Villar, Romina Paula y Julia Martínez Rubio, "El hombre robado" se centra en las idas y venidas sentimentales de esta joven "simpatiquísima y agradable, que de pronto invierte ciertas reglas y es cleptómana y miente por demás.

Es una estratega con el cuerpo de una corredora", señaló el director. "Mercedes corre todo el tiempo, esa es una marca rítmica, y además es una estratega que piensa de más y en ese exceso hay algo que se le torna opaco, algo que se escapa de su control. A ella se le escapa su propio mecanismo, se pierde en su propia personalidad y en su propia estrategia", explicó Piñeyro.

La serie de cruces y desencuentros en el filme diseñan un soporte tan firme como audaz, no exento de humor, en el que no sólo la fotografía en blanco y negro sino también su logrado manejo de la puesta en escena remiten a las primeras obras de directores como Jacques Rivette o Jean-Luc Godard.

La diferencia es que el relato se construye sobre la base de textos de Domingo Faustino Sarmiento e historias de Juan Manuel de Rosas, conversaciones en el Jardín Botánico y lecturas en el cementerio de la Recoleta que inundan de un anacronismo y un romanticismo único las relaciones y las personalidades de sus protagonistas.

La muestra del Malba aborda el "nuevo cine argentino" de 2007, durante el cual se estrenaron y filmaron películas que consolidan el panorama dinámico y diverso que el nuevo cine demuestra desde hace ya varios años, y que lamentablemente no alcanzan, en el circuito de exhibición tradicional, la difusión que merecen.

El ciclo incluye títulos como "Angeles caídos", de Pablo Reyero, "Grande para la ciudad", de Andrés P. Estrada y Juan Schnitman, "Sueños de Polvorón", de Gabriel Alijo, "Hacer Patria", de David Blaustein, "Familia Lugones", de Paula Hernández, y "La crisis causó 2 nuevas muertes", de Patricio Escobar y Damián Finvarb.

"El exterior", de Sergio Criscolo, "Filmatron", de Pablo Parés, "El poeta del guarán", de de Federico Martini Crotti, "Pulqui, un instante en la patria de la felicidad", de Alejandro Fernández Mouján, "Fotografías", de Andrés Di Tella, y "La velocidad funda el olvido", de Marcelo Schapces, completan la programación.

"La película surgió luego de ’A propósito de Buenos Aires’, por la necesidad de investigar ciertas inquietudes que se habían abierto con esa experiencia grupal. Me interesaba trabajar con los espacios en relación a una trama, los actores y que historias son posibles desarrollar en Buenos Aires", recordó Piñeyro.

El cineasta, que colaboró con Santiago Palavecino y Rafael Fillipelli en sus últimas películas, recordó que el argumento de "El hombre robado" y la posibilidad de filmarla en 10 días -entre septiembre y diciembre de 2006- surgió a raíz de la nececidad de mejorar, desarrollar y completar un cortometraje que él consideró fallido.

"Se trata de un cine un tanto marginal, pero tiene existencia gracias a el apoyo de la Universidad del Cine, que hace posible proyectos de cualquier índole. Mi idea era la insistencia en una práctica personal y en un trabajo conjunto, frente a una experiencia que generalmente está llena de obstáculos y golpes", indicó Piñeyro.

"Hay que aprender a asumir las limitaciones y a partir de eso saber cuál es el mejor modo para no cometer errores", opinó el realizador en relación a la falta de recursos económicos con los que contaba y a un falla técnica que lo obligó a volver a filmar gran parte del metraje.

Admirador de la figura de Sarmiento, tanto en su faceta de escritor como de estadista, Piñeyro admitió que buscaba mezclar la trama del filme y las peripecias sentimentales del personaje central "con algunas inquietudes mías relacionadas con una línea histórica y cierta literatura nacional".

"Quería ver qué paralelos había entre la literatura de Sarmiento, que la protagonista lee, y todas las cosas que le van sucediendo. La idea era asociar un ritmo de lectura y emparentar su vida sentimental con la trama política intelectual de Sarmiento alrededor de Urquiza", agregó.

Según Piñeyro, "la intención era que ella llevara aquello que está leyendo, cierto mecanismo y estrategia de pensamiento, a su vida sentimental y a la de los otros. Igual, a todos ellos se les dificulta dominar la relación que mantienen con sus pares como la que mantienen con los libros que leen".

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