Presentan “Matar a todos”, con el eje en la dictadura pinochestista

Se trata de un thriller político que fue proyectado con gran aprobación del público en la cuarta edición de Pantalla Pinamar. El actor Patricio Contreras, el director Esteban Schroeder y el productor Sergio Gándara explicaron la trama basada en el paradigmático “Caso Berríos”.
El denominado "Caso Berríos", paradigmático de la dictadura pinochetista, es el tema abordado por el thriller político "Matar a todos" que fue proyectado con gran aprobación del público en la cuarta edición de Pantalla Pinamar.

El actor Patricio Contreras, el director Esteban Schroeder y el productor Sergio Gándara ofrecieron hoy una conferencia de prensa para explicar los sentidos de la historia, una de las más interesantes vistas hasta el momento en la muestra.

El filme enfoca el misterioso caso Berríos, en el que un científico chileno fue mandado a asesinar en Uruguay por el gobierno de Pinochet, hacia 1993. El bioquímico Eugenio Berríos, cuya misión en el país vecino nunca pudo esclarecerse, había sido el responsable de aconsejar al dictador trasandino el bombardeo de Buenos Aires con gas Sarín en la eventualidad de una contienda bélica.

Contreras -nacido en Chile y consagrado actor en la Argentina-, recordó que pocos meses atrás se confirmó en su país "la contaminación de la cual fue objeto el quirófano en que se operó al ex presidente Eduardo Frei Mantalba, durante el pinochetismo".

Dijo que "efectivamente se encontraron rastros en su cadáver de que eso había sido eventualmente capitaneado por Berríos; ese caso tiene costados de una truculencia impresionante y se prologa hasta los atentados de las fuerzas armadas chilenas en países extranjeros".

"Hay cosas inusitadas, como el asesinato de Orlando Letelier en Washington, en lo que fue el primer caso de un acto terrorista en el corazón del imperio; ese atentado no lo cometió un árabe sino el gobierno de Pinochet", explicó el intérprete.

Y resaltó "la locura que había en un sujeto que de pronto proponía como posibilidad de conflicto atacar con gas Sarín a la ciudad de Buenos Aires; estamos en un nivel de delirio que, yo creo, hace necesarias estas películas, que con el tiempo van a ser cada vez más necesarias".

Según él, "la distancia va a ir otorgándoles una perspectiva que, saliéndonos incluso de lo coyuntural y de lo partidista, nos va a permitir analizar esto que ocurrió ayer y que por el delirio de las proporciones parece tan alejado de lo de hoy".

Puso como ejemplos el poder circular libremente por las calles y dormir con cierta tranquilidad, elementos difíciles en tiempos de las dictaduras latinoamericanas, "que ocurrieron no hace tantos días".

Ante la pregunta sobre si el filme político puede ser una moda del mercado, Contreras enfatizó que "recordar este tipo de cosas no solamente es necesario sino doloroso, y no creo que haya un mercado ’masoquista’, sino uno que se crea por la necesidad de conservar la memoria y reparar dolores".

El actor reclamó "una actitud ética en el espectador, que va a ver y a revisar y a remirar y a rever y a recordar aquellos años". Señaló además que ello es necesario "en tanto el imperio invade países y masacra pueblos enteros, y hasta en el Senado estadounidense se legaliza la tortura como método político".

El realizador uruguayo Esteban Schroeder sufrió en carne propia la persecución política y la cárcel en su país, y cuenta con miembros de su familia castigados o muertos en su lucha contra la dictadura que asoló el Uruguay entre 1973 y 1983.

El cineasta recordó que el 20 de mayo de 1976 aparecieron asesinados en Buenos Aires dos prominentes políticos orientales (Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini) y un par de militantes políticos (Rosario Barredo y William Withelaw), entre ellos su ex cuñada, lo que habla del conocimiento que tiene sobre lo que trata su filme.

"Pocas semanas después yo fui detenido y estuve desaparecido 55 días -relató-, conocí un centro de torturas célebre, el 300 Carlos, y efectivamente todas estas experiencias forman parte de la materia prima en la elaboración de esta obra."

Dijo además que ese trabajo fue "como una historia de sanación" para sí mismo, "Julio, el protagonista de la película, cree que reinterpretando su pasado podrá tener una vida presente y futura más plena".

"Creo que asumir estos procesos históricos tan dramáticos es una condición indispensable para una eventual ’reconciliación’ (entre la civilidad, las fuerzas armadas y el ’establisment’ de su país), que no es imposible, aunque el tránsito hacia ella es duro y complejo", señaló.

Contreras explicó además que la aparición de películas como la suya "sólo es posible en este nuevo contexto político en nuestros países, donde el revisar el pasado aparece como una oportunidad; son procesos permanentemente abiertos".

"Aquí en la Argentina -precisó- ustedes lo conocen muy bien; en Uruguay el revisionismo es un proceso formal mucho más reciente, pero más allá de la amplia divulgación de informaciones respecto de las barbaridades por las que hemos pasado, requiere instalar un proceso de maduración del pensamiento."

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